
Hay un amante capaz de hacerme perder la cabeza para encontrarme a mí misma.
Me acaricia lento. Se acerca y sin apenas rozar mi piel, empiezo a abrirme.
Yo también le abro.
Me susurra palabras, primero, y luego acaricio su firmeza.
Una vez dentro me abandono. Dejo que sus palabras cubran todos los rincones de mi placer.
Siempre vuelvo a él.
Aunque cuando le conocí, después de varias noches, me transformé; no he dejado de transformarme.
Entre esas noches que pasamos juntos encontré otro amante.
También me transformó.
Aunque este no tenía las tapas duras y las palabras salían de su boca,en vez de sus páginas,
pero también tenía cosas que descubrirme, y varias capas que destapar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario