
Aprendí a encontrar el mar rojo en una copa de vino
a sentir la ternura en una mirada brillante
y a escuchar lo que no quiero oír
pegado por las mañanas a la almohada mojada
Me he relajado en el peso de un silencio
pero he dado media vuelta al llegar a la esquina de la nube,
porque los zapatos se me hundían en la lluvia de cada charco;
y no sé en qué pensar mientras espero a que acabe
la colada
en la lavandería;
cojo cualquier revista que tenga a mano para pintar bigotes a las modelos y atar lacitos en los
tobillos de los hombres
de Calvin Klein
Suspiro y el aire me sabe a poco
Saco la cabeza por la ventana
para respirar el aire que cuelga del árbol de la iglesia cuando la luna se ha quedado dormida
He aprendido a entender el lenguaje de los gatos de mi tejado con sólo escuchar el ruido de sus pasos sobre mi cama;
y a comprender que la soledad no es una canica
encerrada
en un frasco de mermelada,
o unos ojos tristes que miran desde abajo,
ni tampoco una cama deshecha y una taza de desayuno,
fría
y abandonada
en la cocina;
La soledad es el espacio entre lo que soy y los demás,
un espacio acogedor en el que me riego cada día y planto semillas por las noches para encontrarme con un árbol cada día más grande
Así voy deslizando mis raíces por el interior de las
venas
y buscando un niño que me coja la mano, me mire y me diga: "no busques, aquí estás"
Aprendí a ser feliz en la gotera de un lavabo
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